Con esta receta, y casi en el límite del plazo, queremos participar en el evento HEMC#31 – LA QUINOA, cuya anfitriona en esta ocasión es Sole, está realizando el Camino de Santiago al revés, ya que va de Galicia hacia Navarra, y nos lo cuenta en su blog SOLE EMPIEZA A COCINAR.
La verdad que siendo la Quínoa un cereal sin gluten, conocido como “cereal madre” en la lengua Quechua, y utilizado durante siglos por los Incas, en casa aún no habíamos preparado nada con el; así que este era el momento perfecto. Buscamos en los libros de cocina, pero en casi ninguno encontramos recetas con quínoa. Por lo que tomando como base una receta de muffins de arroz al amaretto, se nos ocurrió esta receta de muffins de la armonía muticultural en el barrio, ¿Por qué el nombre de la receta?, pues con vuestro permiso os lo vamos a explicar:
Nosotros fuimos chicos de barrio, sí, de un barrio de los Madriles; uno de esos con vida propia que al final formaban ese conglomerado que conocemos como Madrid. Como chicos de barrio, hemos nacido y vivido entre madrileños de “pura cepa” (los conocidos como “gatos”) y por supuesto entre personas llegadas desde todos los pueblos de España, que con sus acentos, sus costumbres, sus historias, sus alegrías y sus tristezas, fueron modificando el barrio, pero a la vez lo fueron enriqueciéndolo en armonía, y al final fueron “madrileños de adopción y de corazón”; aunque entre tanta gente, también vinieron los que por esa época se conocían como “quinquis”.
La verdad que siendo la Quínoa un cereal sin gluten, conocido como “cereal madre” en la lengua Quechua, y utilizado durante siglos por los Incas, en casa aún no habíamos preparado nada con el; así que este era el momento perfecto. Buscamos en los libros de cocina, pero en casi ninguno encontramos recetas con quínoa. Por lo que tomando como base una receta de muffins de arroz al amaretto, se nos ocurrió esta receta de muffins de la armonía muticultural en el barrio, ¿Por qué el nombre de la receta?, pues con vuestro permiso os lo vamos a explicar:
Nosotros fuimos chicos de barrio, sí, de un barrio de los Madriles; uno de esos con vida propia que al final formaban ese conglomerado que conocemos como Madrid. Como chicos de barrio, hemos nacido y vivido entre madrileños de “pura cepa” (los conocidos como “gatos”) y por supuesto entre personas llegadas desde todos los pueblos de España, que con sus acentos, sus costumbres, sus historias, sus alegrías y sus tristezas, fueron modificando el barrio, pero a la vez lo fueron enriqueciéndolo en armonía, y al final fueron “madrileños de adopción y de corazón”; aunque entre tanta gente, también vinieron los que por esa época se conocían como “quinquis”.