El otro día compartíamos en Twitter: Hoy toca volver a la Escuela. Pero no a una con libros, sino la Escuela de Escalada del Parque Natural del Guadarrama. Aunque ahora a caminar y admirar riscos como “El Pájaro” que hace muchos años escalamos por la Vía Este y otras. Y es que para nosotros, y sobre todo para uno de nosotros, es volver a ese lugar donde se vivieron momentos inolvidables. Momentos de amistad, de compañerismo, de cordadas, de sueños, de peligros, de naturaleza, de noches haciendo vivac, de tantas cosas. Y es que para muchos amantes de la montaña de nuestra generación, estas paredes rocosas supusieron una zona de escapada de la ciudad, de lo establecido y controlado, para poder ser nosotros mismos y disfrutar junto a nuestras amigas y amigos.
El pasado martes, al caminar como hacemos de vez en cuanto por estos caminos, nos invadieron una serie de recuerdos, de esos amigos y amigas, de esos momentos vividos y de cómo casi sin materiales, aún con nuestras botas rígidas o las “cletas” escalábamos por esas placas de granito, donde la única sujeción en muchos momentos es la adherencia de la suela de la bota a las irregularidades de la roca. Luego, aparecieron los “pies de gato”, esas “zapatillas de bailarina” que permitían adherirse a cada irregularidad, y con las que se consiguieron escaladas impresionantes.