Ahora, tenemos buenos equipos, buenas botas, ropa técnica térmica y caminamos por sendas y caminos practicando senderismo por gusto, pero pocas veces, conocemos quienes abrieron esos caminos a base de mucho trabajo, de retirar piedras o de ponerlas, de nivelar el terreno, y de buscar la mejor ruta entre la maleza. En este caso, como en muchos otros este camino tiene su historia, pero además una historia de la dureza del trabajo de transportar productos desde estas tierras sanabresas, hacia las leonesas en carros tirados por vacas del país, pero para conseguir proseguir evitando el gran peligro de despeñarse, en algunos casos reteniendo el carro con piedras encadenadas y hasta con una fuerte mula en la trasera.
Las personas que practicamos senderismo, en más de una ocasión, hemos tenido que vadear (atravesar un rio u otra corriente de agua por un vado), ya sea saltando de piedra en piedra, y muchas veces metiendo el pie en el agua. Nunca vadear es algo fácil, siempre puedes correr el peligro de resbalarte. Y este camino se llama de los vados, porque, con esos carros tenían que vadear los ríos o arroyos que se encontraban en su recorrido, Aunque, una vez realizado este sendero, y en homenaje a las gentes que lo abrieron, lo mantuvieron, subieron y bajaron con sus carros cargados dejando profundas marcas de la rodadura de las ruedas de carro en las rocas, aunque "rudeira" también significa: "Lugar por donde corren aguas torrenciales", Y en este camino, encontramos las dos cosas rodadas y aguas torrenciales.