En el siglo pasado. En las mañanas de los domingos del invierno. Un niño de corta edad, esperaba despierto a que su madre se levantara, echara carbón y astillas de leña en la cocina, para calentar el fogón y el termo que como un gran cilindro blanco colgaba sobre el fogón. Entonces, este pequeño, salía corriendo, para meterse en la cama, junto a su padre, para escuchar con atención, esas historias que solo él sabía contar.
Selva de Irati
De entre esas historias, había una sobre una provincia llamada Navarra, una tierra que decía era distinta en cuanto a paisaje del sur al norte. En ella existían bosques tan grandes, que llamaban selvas; barrancos, que llamaban cañones; cuevas, donde se reunían las brujas.