Algunas veces, al pasar junto a una floristería, nos llama la atención lo lustrosas que están los tiestos, las flores, en algunas de ellas sin mucha luz. Lo mismo nos ocurre, y nos puede hasta parecer mentira, que en el centro de la ciudad de Madrid, podamos disfrutar de este Real Jardín Botánico. Precioso en cualquier época, en otoño tiene algo especial. Así cargado con la pesada, vieja y desfasada máquina fotográfica réflex digital, y ese objetivo 75-240 mm 1:4,5-5.6D aún más antiguo de la época de la fotografía analógica, en el que empleábamos película o diapositiva, la parte masculina de este tándem, paso unas horas de una mañana de otoño, en el que necesitaba desconectar de la realidad, de las malas noticias, y solo pensar en encuadrar, disparar, escuchar ese sonido tan característico de estas máquinas fotográficas y disfrutar de cada momento.
Caminar por la naturaleza, desde siempre nos ha servido para desconectar, y el día 17 de noviembre, era lo que necesitábamos, cada uno a nuestra manera, la parte femenina ensayando en su grupo coral, y la parte masculina perdiéndose entre árboles, arbustos... ¿Nos acompañáis en este paseo?