Los que nos conocéis, sabéis que somos amantes de la gastronomía, desde mucho antes de diagnosticaron hace 25 años la celiaquía en la familia, y bien por temas de trabajo, familiares, por gusto, o pertenecer en al estupendo grupo de bloggers gastronómicos: Tapas & Blogs, hemos tenido la ocasión de conocer establecimientos hosteleros de distintos tipos, desde premiados con Estrellas Michelín, Soles Repsol, Soletes, chiringuitos, tascas... o comiendo en medio de la naturaleza sentados sentados en una piedra. Y es que la gastronomía no tiene nada que ver con la decoración, sino por la calidad del producto, el saber cocinarlo, la atención al cliente, el ambiente creado alrededor de la mesa, la compañía y el momento.
Este establecimiento, no tiene manteles de algodón fino recién planchado, ni copas luminosas, no tiene una decoración variada a la ultima moda, ni iluminación especial o mesa con todo tipo de detalle; pero tiene: buen producto fresco, elaborado con amor desde la cocina hasta la proximidad en la atención al cliente. y por tanto una gastronomía a la altura de lo esperado de verdad, y como fue en nuestro caso, poder disfrutar de unos buenos pescados y con la garantía de poder hacerlo sin gluten. Y fue otro de los lugares en que disfrutamos en nuestra escapada: 8 días / 7 noches en la Isla de La Palma. Descubriéndola, turismo, senderismo y degustando su gastronomía local #CampamentoOtoño #LaPalmaGlutenFree
Como suele ocurrirnos a nosotros al contar con estupendos amigos que saben los problemas que tenemos muchas veces en encontrar lugares para poder disfrutar de la gastronomía local sin gluten y sin contaminación cruzada, siempre, somos los encargados de localizar y recomendar el establecimiento al que acudir, y en este caso así fue también. Reservamos con tiempo, ya que es relativamente pequeño, y fuimos siete comensales que disfrutamos de todo lo degustado, y solo una persona celiaca.
Para acceder a este restaurante, tenemos que llegar a la Explanada del Muelle, junto a la entrada al Puerto Pesquero, donde, no tuvimos problemas de aparcar nuestros dos vehículos. Eso sí, hablando de accesibilidad, este restaurante se en la primera planta, por lo que, lamentablemente no pueden acceder personas con movilidad reducida.
Nos situaron al final de la terraza, con vistas hacia ese lugar donde se varan las embarcaciones para en algunos momentos resguardarlas y en la mayoría para limpiar sus fondos o repararlas. Pero, también, hacia el cortado de la montaña, y la platanera.
Lo cierto, es que tanto la playa de los Tarjales que es la más próxima al puerto pesquero, como la de Tazacorte, son de arena negra volcánica,
Al llegar al final de la playa de Tazacorte, en el espigón, existe un arco (puede que dos) que no han sido cegados, y aunque por desgracia algunos maleducados lo utilizan como zona de defecaciones, merece la pena asomarse a ver la zona tras el muro, para apreciar lo que tuvo que ser esta zona antes de construirse el espigón, ya que, nos encontramos una zona de grandes cantos rodados de roca volcánica y una zona realmente salvaje y bella.
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