Casa vez que volvemos a caminar por las Dehesas de Cercedilla, el Puerto de la Fuenfría, el Collado Ventoso, o el Camino Schmid... a uno de nosotros, nos vienen recuerdos de juventud, de cuando no dudábamos en realizar este último camino con unos viejos esquís haciendo travesía, y de otras ocasiones, en que con no tan buen material térmico, realizo el Camino Schmid aguantando niebla, ventisca y muy bajas temperaturas, y cuando llegó a la población Cercedilla, antes de coger el tren para Madrid, pasó a la cafetería de Longinos, y pidió un vaso grande de leche muy, muy caliente, para que le entraran en calor las manos. En ese momento, recordó una historia que le contó su padre, sobre un bar en una población de la Serranía de Cuenca (puede que fuera Tragacete), cuyo bar, contaba con una tubería/barra por la que circulaba el agua caliente de la calefacción, y todo el mundo, lo primero que hacía al entrar, era agarrarse a esa barra, para calentarse las manos, antes de pedir la consumición.