Uno de nosotros, de pequeño, iba de vez en cuando con sus padres a distintos pueblos de la provincia de Guadalajara, ya que su padre por distintos motivos los conocía muy bien, y disfrutaba volviendo a caminar por su calles, por su campos, admirar sus paisajes y disfrutar del momento. O como decía el: "vamos a darnos un garbeo a Guadalajara", y durante el viaje, o a la vista del paisaje, nos contaba sus historias, sus vivencias por estas tierras, y también lo hacía el abuelo, pero con otros temas.
Siempre, que hemos visitado esta zona de Guadalajara, nos acordamos de lo vivido con amigos y amigas en: Almadrones, donde comprábamos una estupenda miel, caminÁbamos y recolectábamos moras junto al río Badiel, con: Amparo, Rosa, Pepi, Manolo, Félix y Julio. Tanto nos gustó el ambiente que estaban consiguiendo en ese pequeño pueblo, que hace 25 años, estuvimos a punto de adquirir una casa para restaurar y tener un refugio en "La Alcarria", pero, por suerte, no lo hicimos.
También, nos acordamos de "El Tejar de la Mata", "El Palacio de Don Luis" y de las palabras de Manuel Leguineche, en su libro La felicidad de la tierra: "La tierra está reblandecida, arcillosa, se pega a la suela de la zapatilla. Viaje a Brihuega, la de las rumosas fuentes, la Fábrica de Paños, La Virgen de la Peña, que se apareció a una princesa mora sobre una roca."
Así, que en el mes de julio del pasado año, nos dimos un "garbeo por Brihuega" y sus ahora famosos campos de lavanda o espliego, para disfrutar de su color, de sus perspectivas, de su aroma, del zumbido de las abejas, del paisaje, y de la historia. Pero, siempre, respetando que estos son campos de cultivo, que son el sustento de muchas personas, y que hay que respetar, como toda la naturaleza.
Además del color, que en ese día la luz no nos permitió sacar muy bien, lo que sorprende es esa perspectiva, esas líneas de fuga que que pierden entre los árboles, y ese olor embriagador.
Después, de caminar entre lavanda o espliego, volvimos para dar un garbeo por las calles históricas de Brihuega, entrando por la Puerta de la Cadena, que es la situada al norte del recinto amurallado de esta población, conocida también como Puerta de Valdeatienza, al ser a donde llegaba el camino de Atienza.
Podíamos poner más fotografías, contaros más historia de este bello pueblo bañado por las aguas del río Tajuña, pero, lo mejor, es que lo visitéis y descubráis vosotros mismos estos rincones, estas historias, y esos colores y sensaciones en los campos de lavando o espliego. Nosotros, seguro que volveremos.
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