En el año
1990, el escritor
Julio Llamazares publico el libro:
"El Río del Olvido", donde nos relata su
viaje a pie, en el verano de 1981, y esos recuerdos de los veranos que pasó en la zona del
río Curueño, ya que el nació en la desaparecida población de
Vegamián, bajo las aguas del
pantano del Porma (Boñar). Un libro que hemos leído varias veces, y del que vamos a tomar algunos párrafos en esta entrada. Pero, también, tenemos en nuestra biblioteca el número 0 de otoño 1983, y algún otro ejemplar, de la
Revista de Recuperación Cultural Etnográfica y Antropológica: "Los Argüellos leoneses" de la Asociación Cultural "Instituto de Estudios Argollanos" Dama de Arintero.
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Grupo de amigos y amigas con Amabilia e Hilarino en Valdorria (León) |
En el
Noviembre de 1979, este grupo que podéis ver en la fotografía anterior, guiados por los grandes conocedores de la zona:
Meme y
Chema, nos desplazamos con nuestros coches hasta
Nocedo, en el
Valle del Río Curueño, en la montaña leonesa, dejando los coches junto al
Bar de la Sierra, y desde allí, cargados con nuestras mochilas – entonces los llamábamos macutos – subir esa empinada cuesta con un
desnivel de 280 metros, en unos 4 km
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Sendero de Nocedo a Valdorria en 1979 |
Llamazares, que en
1981, estando en el bar de
Nocedo, reproduce una conversación sobre la construcción de la carreta a
Valdorria con el dueño del bar, mientras le sirve una cerveza:
"Ya ve usted. Ahora se ha ido casi todos es cuando se acuerdan de hacerles un camino como Dios manda. Y "El Viajero", responde:
"para ver si se marchan por él los que todavía aguantan".
Y al llegar al collado, sorprendernos con la aparición del casas de
Valdorria. Ese camino, que
en palabras de
Julio Llamazares, mientras se encuentra en la
Fonda Orejas de la Vecilla piensa que:
“tendrá que subir de Nocedo a Valdorria, cuando caiga la tarde, la cuesta más terrible y empinada de su vida”. Y es que
hasta el verano de 1981, esta población no dispuso de carretera para subir hasta esta población, y solo un serpenteante y estrecho camino de herradura, por el que acceder.
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Entrada dese el collado a Valdorria |
Julio Llamazares, nos lo define muy el camino en su libro:
"El viajero ha descubierto entre las urces el rastro del sendero que, muchos siglos, sirviera a los vecinos de Valdorria como única vía de comunicación. Un camino de herradura estrecho y largo, apto más para las cabras que para las bestias de carga, por los que los valdorrianos han tenido, sin embargo, que bajar hasta Nocedo cada día las leches de sus vacas y subir a lomos de burros todo lo necesario para vivir".
Tras admirar también el paisaje que nos rodeaba, fuimos hacia la casa de
Amabilia e
Hilarino, con el que
Chema se había comunicado dejando recado por teléfono en el bar de Nocedo. Y es que en este pueblo, si tenían luz, pero ni teléfono, ni agua corriente. Y para que el agua llegara a sus casas, desde la fuente situada a la entrada del pueblo, habían instalado una serie de mangueras que conectaban a los caños. Esto valía cuando hacía buena temperatura, ya que con las heladas, tenían que vaciarlas. Y esos recados telefónicos se los transmitían a los vecinos que bajaban a
Nocedo. Tambíen, y con tiempo a través de correos. Y es que
Chema, además de avisar que día iría y con cuantas personas, se preocupaba de que le dijeran si necesitaban algo de
Madrid, de
León o de
La Vecilla, para subírselo. Y hasta en una ocasión, para sellar todos los cristales de las casas del pueblo con silicona, ya que lo cristales estaban solo sujetos con un junquillo de madera y uno clavos pequeños, dejando pasar muy bien el aire.
De
Hilarino, habla también
Julio Llamazares en el libro dentro del apartado
"Valle perdido":
"Hilarino nació en Valdorria hace 70 años (1981) y no sabe muy bien porque se quedó. Los de su época se fueron casi todos (a Madrid, a Bilbao, a Barcelona, a Suiza, a la Argentina, hasta Australia y Nueva York), pero Hilarino se quedo en Valdorria y, aunque ya jubilado, todavía cría algunas cabras y continua teniendo un poco de bar: un armario con unas botellas y alguna lata de conserva para los excursionistas que como hoy el vijaro, se deján caer de tarde en tarde por aquí".
En ese tiempo no existía el turismo rural como ahora, ni las casas rurales, pero hemos de deciros que tanto
Amabilia como
Hilarino, eran unos grandísimos anfitriones, y amantes de su pueblo. Y al llegar a su casa, nos repartimos por las habitaciones, ya que en nada anochecería, así que no pudimos contemplar bien el paisaje, pero os podemos asegurar que desde el patio o terraza de la casa, o desde la ventana, se disfrutaba de un paisaje inolvidable.
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En casa de Amabilia e Hilarino en Valdorria (León) |
Esta casa, era el punto de reunión del pueblo, gracias a esa especie de bar, y una gran mesa que se encontraba a la izquierda de la entrada a la casa. Y que para nosotros era el punto de reunión para almuerzos y cenas en los días que pasamos allí. Pero, la elaboración de la comida era cosa de Amabilia, a la que siempre hemos pensado, que la pusieron el mejor de los nombres, ya que definía su amabilidad, su proximidad, su manera de ser y estar. Su rostro transmitía cariño, y salud a partes iguales. Y a la hora de cocinar, lo hacía a las mil maravillas.
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Amabilia en su cocina de Valdorria en otoño 1979 |
En esos días, subimos la comida en nuestros macutos o mochilas, y siempre recordaremos unos pollos que compramos en La Vecilla, y que nos los preparó a las mil maravillas. Las conversaciones con ellos fueron muy instructivas, eran personas abiertas que transmitían mucho. Y fue estupendo conocerlos y dar echar unos tragos a la bota de vino.
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Hilarino dando un tiento a la bota de vino, mientras Amabilia sonrie. |
Pero su vida, en este pueblo no era sencilla, y más incomunicados durante los inviernos. A
Julio Llamazares, y a nosotros también,
Hilarino nos decía: "...a partir de noviembre, acostumbran a caer por estos montes olvidados de los hombre y de Dios. Unas nevadas tan fuertes que a veces duran dias enteros y que sepultan el pueblo y sus habitantes durante muchos días más. Días interminables, noches largas y oscuras, semanas y semana encerrados en las casas escuchando la radio y jugando a las cartas y rezando en poder salir de aquí. Ese, y no otro, es el destino de los once habitantes de Valdorria desde noviembre a abril".
Y la vida de
Amabilia, como la de muchas mujeres de pueblo (mujeres rurales), que trabajaba en la casa, en el campo, con las vacas, y bajando en las alforjas sobre los lomos de burros y mulas, hasta
Nocedo todos los días - hiciera el tiempo que hiciera - las cantaras de leche, tampoco fue fácil. Y es que en ese camino, en esa cuesta, que nos contaba
"El Viajero" (Julio Llamazares):
"En el nacieron sueños y parejas volviendo de noche al pueblo con las estrellas, y en él halló la muerte más de uno, sorprendido en mitad del monte por la ventisca o - como la tía Virginia y su burro, cuando el viajero era niño - por el resplandor de un rayo". A
Amabilia, casi le costó la vida, pero no por la ventisca, ni por el rayo, sino por el mordisco en el cuello de la mula con la que bajaba la leche, ya que la pegó un gran mordisco en el cuello, y la llevo colgada durante un largo recorrido de este sendero, mientras se desangraba. Y de recuerdo de aquel duro día de su vida, tenía una gran cicatriz en su cuello.
Las vacas habían sido siempre su vida, y junto a su casa estaba el establo ya vacío, al que se accedía desde el patio, mientras que para la paja, al esta la casa construida en pendiente, se tenía acceso a través de un puerta en la zona de abuhardillado. Y por la tarde nos preguntó: "¿Cuanta leche queréis para mañana?. Y se puso a hervirla en unas grande cacerolas sobre la cocina de leña, que además hacía las veces de calefacción de la casa.
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Hervido de leche en la cocina de Amabilia de Valdorria (1979) |
Y a la mañana siguiente, después del descanso en nuestros sacos de dormir, un buen desayuno en la cocina, que era la zona más caliente, ya que había estado toda la noche del 9 al 10 de noviembre nevando, y había bajado mucho la temperatura.
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Desayuno bien caliente en la cocina de Amabilia en Valdorria (Leon) |
Tras el desayuno, salimos todos a realizar una buena caminata y, algunos ascendimos la
Peña Galicia (1,666 m).
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Vista el 10 de noviembre de 1979 de la Peña Galicia en Valdorria (León) |
El camino nos resultó muy atractivo, con un paisaje espectacular, y solitario. Y con la vista en subir a la
Peña Galicia. En todo momento, valorando esta naturaleza aislada, y los contrastes entre las distintas orientaciones de las montañas.
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Contrastes de la montaña leonesa en Valdorria |
Por una parte nos sorprendía este paisaje de este valle perdido, de este
Valle de Valdecesar y la belleza de los pliegues nevados de las montañas cercanas, como el
Pico Polvonera o
Correcillas (2.005 m).
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Pico Polvonera o Correcillas (2.005 m) |
Y poco a poco, nos fuimos acercando a
Peña Galicia, y decidimos ascender por una canal con un poco de nieve, y nos llamó la atención escuchar unos ladridos, es más, nos preocupo.
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Canal de ascenso a la Peña Galicia |
Aunque la sorpresa fue aún más grande, cuando al llegar a la cima, escuchamos una voz que nos decía:
"¿A donde váis?, mira que subís por un sitio difícil". Y vimos a un pastor, con chaqueta y chaqueton, fumando un cigarrillo de picadura de tabaco, junto a sus perros y cabras. Era
Amado, que había madrugado mucho más que nosotros en esa gélida mañana otoñal.
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Cima de Peña Galicia con Amado el pastor de Valdorria en noviembre 1979 |
Desde la cima de Peña Galicia, las vistas en cualquier dirección nos impresionaron. Ya fuera mirando hacia el
Valle del Río Curueño, ese
"Río del Olvido".
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Vista del Valle del Río Curueño desde la cima de Peña Galicia |
Y eso comentamos todos los que ascendimos a esta peña, el paisaje de montaña que podíamos ver desde nuestra situación privilegiada.
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Con el amigo y compañero de clase Justo Garrido en Peña Galicia. |
Así como
Peña Valdorria (1.926 m), nuestra propuesta de ascensión para el día siguiente por la ruta conocida como:
"Canal del Cementerio". Un nombre no muy atractivo, y que en la imagen se ve llena de nieve. Bajo esta gran peña, podemos ver la población de Valdorria.
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Peña Valdorria algo nevada y a su pies el pueblo de Valdorria |
Pero por si en la anterior fotografía no habéis visto el pueblo en la conexión entre las distintas montañas, en la siguiente fotografía podéis ver
Valdorria bajo los pies de este perro de pastoreo de Amado.
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Vista de Valdorria dese Peña Galicia |
Y despidiéndonos de Amado, que se quedaría un buen rato en la zona con sus cabras y sus perros, volvimos sobre nuestros pasos hacia el pueblo, donde nos esperaban Amabilia e Hilarino con un exquisito almuerzo, y una buena charla sobre los lobos en la zona, los mastines, y muchas más cosas. Entre ellas la leyenda que nos contó Amabilia, sobre el tesoro que los árabes escondieron en
Peña Morquera (1.422 m):
"Adiós, Peña Morquera, cuánto oro y plata en ti queda. En la raíz de una zarza, a la falda de la Peña"
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Amado con su rebaño de cabras el 10 de noviembre de 1979 en el Pico Galicia (León) |
Y desde el camino de vuelta, apreciamos la situación de la
ermita de San Froilan, en lo alto del roquero, y a sus pies pasa el rio Valdorria, que tras caer en una cascada escondida, lleva sus aguas al río Curueño. Hemos marcado con un círculo dorado donde se encuentra la ermita.
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Riscos calizos y ermita de San Froilan en Valdorria (León) |
Pero de la ascensión a la
Peña Valdorria, del camino y las escaleras la
Ermita de San Froilan, así como su leyenda y, de otras cosas, ya os hablaremos en otra entrada, donde recordaremos esos momentos vividos en este
"Valle Perdido".
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Cabra en Peña Galicia y la Peña Polvonera o Correcillas de fondo |
Esta crónica viajera del recuerdo, así como de otros lugares, siempre las encontraréis (según vamos actualizando), en: Carta Turística: Viajes, escapadas, senderismo, actividades, experiencias, naturaleza, lugares, rincones, ciudades, pueblos… Publicadas en blog.
#Escribimoslovivido
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