En España, a mediados de los años 70, cuando se veía a un grupo de chicos jóvenes con el pelo largo y ensortijado, con barbas, acompañados de chicas sin maquillaje, con ropas amplias y colores vivos... todos con el macuto colgado en sus espaldas, como poco se podían escuchar adjetivaciones despreciativas, más o menos así: “los guarros del macuto”.